Sólo no quería ver.
Siguiendo la ecuación, nada ha cambiado.
Es.
Sonreí.
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Riva: Te encuentro.
Me acuerdo de ti.
Está ciudad está hecha a la medida del amor.
Tú estabas hecho a la medida de mi propio cuerpo.
Marguerite Duras en Hiroshima mon amour.
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Te cansas al bañarte. Eso preocupa.
Las gotas son como pedazos de plomo sobre una hoja verde.
Sólo una vez te vi así:
Llorabas sentada en la silla de madera,
los tres te mirabamos.
En tu mano, una servilleta.
Eres como una hoja verde, pensé.
Desprendida.
Y te estás marchitando.
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Paraste el carro y dijiste que le habías "presumido a tus amigos"
Casi te hago llorar, confesaste el otro día mientras servías el chocolate.
De regreso, en el carro, miro tus dedos. Azules.
El Azul siempre fue uno de mis colores favoritos,
como el negro,
el morado.
No más.
Ximena llega y saluda.
Los dos se van y me quedo parada.
Arriba, en la cocina, no puedo evitarlo. Lloro.
Tus dedos azules reclaman el mar.
Y muchos kilómetros los separan.
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En noches así, más valdría no tener conciencia de tanto.
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