Pero a todo esto ¿Quién es E.A.?
Bueno, corría el año de 1996; Kurt tenía 2 años de muerto (que mal pex); las computadoras eran carísimas y el interné era una especie de sueño imposible de alcanzar para todos los mortales.
En el CCH se habian hecho "cambios positivos" y esa generación, la que entró en el 96, era la última en tener los 4 turnos. Bueno, en realidad nos dieron atole con el dedo, porque al siguiente año, nuestro horarios eran como de 2 y no de 4.
Su servidora había entrado en el tercero (por burra) y ahí había estado un año completito, ya para el siguente, es decir para el tercer semestre moví ciertos hilos (jijiji) y logré colarme al primer turno.
Entré en el 157, a las 7 de la mañana a la clase de matemáticas (que se le va a hacer, tengo memoria de elefante, para lo que me conviene) y pues el maestro no llegó.
Así que desvelados y sin conocer casi a nadie, todos los de ese grupin nos tuvimos que hablar. A mí se me acercó Sara de Í, con una amiga suya de la que ahorita no me acuerdo el nombre; y me invitó a las canchas. Acepté más por inercia que por otra cosa ¿Canchas a las 7 am?
Y como no quería ir sola, se me pegó Vicky -que tambien movió los hilos para cambiarse de turno- y ya encarreradas, pues le dije a una chava toda tímida que se encontraba en un rincón que si no iba. Ella dijo que sí por... supongo que por lo mismo que yo.
Empezamos a hablarnos como si cualquier cosa, como si eso fuera lo que se tenía que hacer, pero luego surgió la amistad.
Despues apareció el Pato, Shecko, el Shack; Carajin; el ñoño de David; la loca de Agata, bueno esa venia en mi paquete; el Scrich y hasta Alejandra con su banda, pues qué chingaos.
Con E.A me empecé a juntar más que con los demás, porque... mmm pues no sé por qué, porque platicabamos pavadas; porque en el fondo eramos unas ñoñas en la escuela, porque nos gustaba el mismo chavo; que por cierto nunca nos peló; porque, porque así tenía que ser y ya.
Al salir del glorioso CCH Azcapo(le tengo cariño, ni modo) nos llegamos a ver esporádicamente; aunque juramos y perjuramos en una Dominos que nos reuniriamos cada semana.
A E.A le hablaba por teléfono; o ella me hablaba muy de vez en vez y platicabamos muchas horas; ella se hizo abogada y luego el tiempo y el maldito destino hizo que un acontecimiento en específico nos uniera más que nunca y ahora somos hermanas. Así, como suena, hermanas.
Ahora E.A acaba de cumplir años; y como yo no tenía un regalo que darle, le escribí éste, a ver si le gusta.

¡Ah! y tambien le tomé una foto, de aquella vez en que hizo su primer salto en paracaidas. Chequen como su pastel de cumpleaños está volando muy contento a su lado. A ver si le gusta...
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