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Los panteones,
no son lugares muertos
en donde el tiempo se congela,
los panteones,
son esa enorme pradera de tristezas
por donde caminamos los despatriados.
En medio de las cruces,
nosotros,
los huérfanos,
llevamos flores
a una tumba
que poco conserva
de la infancia que fuimos.
Y si nos encontramos de frente,
agachamos la mirada
para no llorar.
-que nadie note que estamos solos-.
Adolecer lo que los demás celebran,
suspirar entre crisantemos y rosas
-sobre todo rosas-
odiar una canción;
querer dormir
y despertar
una mañana
sentados frente a la mesa,
uniforme limpio,
mochila azul,
y nuestra madre...
no estas piedras,
no la perpetuidad,
no el epitafio.
Existe un lado oculto
que nadie debe conocer,
la orfandad no trae instructivo,
y el funcionamiento interno es complicado.
no son lugares muertos
en donde el tiempo se congela,
los panteones,
son esa enorme pradera de tristezas
por donde caminamos los despatriados.
En medio de las cruces,
nosotros,
los huérfanos,
llevamos flores
a una tumba
que poco conserva
de la infancia que fuimos.
Y si nos encontramos de frente,
agachamos la mirada
para no llorar.
-que nadie note que estamos solos-.
Adolecer lo que los demás celebran,
suspirar entre crisantemos y rosas
-sobre todo rosas-
odiar una canción;
querer dormir
y despertar
una mañana
sentados frente a la mesa,
uniforme limpio,
mochila azul,
y nuestra madre...
no estas piedras,
no la perpetuidad,
no el epitafio.
Existe un lado oculto
que nadie debe conocer,
la orfandad no trae instructivo,
y el funcionamiento interno es complicado.
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