29/4/11

No soy Miles Davis. Esto es un hospital.



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"(...) El gemelo salta de la ventana con celeridad y se escabulle. Pelean . Adán es abatido y herido. Sabe que Herbert le ha golpeado, pero ¿quién le va a creer? ¿Quién le va a creer? ¿Gross? ¿El castrado ese que llamaba a las arañas de Yafo alucinaciones?

Aquí cuento con grandes especialistas. Me voy a morir por ellos. ¿A quién estás golpeando? ¿A ti mismo? La frente le sangra. Corre por la habitación. Herbert se escabulle, qué bastardo. Se lleva la mano asombrada, temblorosa, hacia la frente, se la acerca a los ojos con sorpresa. El rojo, el rojo de la sangre le impresiona. Retreocede. Cae al suelo y vuelve a la guitarra, tambolirea en el dorso. Y entonces la deja, ya no le queda ni una gota de energía.

Mete la cabeza en el seno oscuro de la funda de la guitarra y la cierra con fuerza. Su cabeza está escondida dentro como un niño que ha vuelto al seno materno. En la funda oscura comienza a gemir, es el alarido del animal herido. "Un grito inútil- dice el gemelo, pero ya no se ríe. Su semblante está triste-. No tienes a quién llorar, Adán. Papá está muerto, mamá está muerta, somos huérfanos." Adán escucha la observación y se ríe. Dentro de la funda se ríe y gime. "¡Somos huérfanos!" Las palabras le hacen gracia; ya no tiene mujer ni tiene hijas, tiene a Gina y él no es más que el gemelo de un eterno estudiante y es huérfano. (...)"


El hombre perro.

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