Esta tristeza, superior a mis días,
a las calles, a la lluvia.
Esta lluvia,
que hace un año
caía de un modo diferente,
cuando ambos
frente al televisor
decíamos que funeral no es lo mismo que renuncia
y que existe un momento en que
se debe gritar frente a un muro vacío
para no dejar recibos sin pagar
ni tazas de chocolate casi llenas.
Esta lluvia, la inundación de hace unas horas,
los paraguas y los charcos,
no terminan de entender
que tu cuerpo - insuficiente-
es un puñado de polvo
y que reposas en un rincón de un cuarto
donde tu esposa aún no cree que nunca más.
Yo camino,
cuento mis pasos,
-cincuenta y cuatro hasta tu casa-
pienso en los días que faltan para que te lloremos de nuevo,
y repito: funeral no es lo mismo que renuncia.
Luego cambio mi vida
me desligo de todos,
y duermo.
Mi hermano no cabe en el abecedario,
ni en mis pulmones,
ausentes del mundo
cómo tú.
Llevo muerta poco más de once meses.
No resucitaré.
Funeral no es lo mismo que renuncia.
*****